Volver a ser niños

Cuando uno es niño ve la vida desde un punto de vista totalmente diferente que cuando se es adulto. Los niños ven la vida de manera sencilla. Desde que se levantan lo hacen expectantes de lo que les sucederá, de los nuevos juegos que jugarán, de lo que mamá hizo para el desayuno, etc. No existe para ellos, razonamientos ambiguos, no existen temas financieros que tratar a la hora del desayuno; ni son víctimas de la histeria o la maledicencia. Un niño sano aprenderá las cosas que debe aprender dependiendo de su edad; jugará, reirá al ver una película de dibujos animados, aprenderá a soñar en los brazos de mamá y se divertirá pegando figuritas en algún álbum.

Qué gran verdad habló nuestro Señor Jesús al referirse que si no nos volvíamos como niños, no entraríamos en el reino de los cielos. (Mateo 18:3). Por ello, es tiempo de volver a actuar como niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. Es tiempo de dejar de lado la gama de pensamientos, ideas, filosofías, argumentos, falsas doctrinas, etc. que se levantan como fortalezas contra el conocimiento de Dios.

Volver a ser niño significa, poder aceptar de la manera más natural, sencilla y fervorosa que Cristo es el único camino para llegar al Padre y que sin Él, nuestras vidas no tienen ningún sentido.

Si un niño puede creer que la luna sabe a queso, de igual manera nosotros podremos creer que un día estaremos con nuestro Padre, más allá de la luna y las estrellas.