"Dios envía una lluvia de sonrisas sobre tu vida, un manantial de perdón para vivir en feliz, un mar de bendiciones para compartirlas con otros, un río de paz para saciar tu sed y la nube de gloria para caminar seguro durante toda tu vida"

El Ladrón Acecha

Qué extraña sensación cuando alguien viene por detrás de nosotros y con fuerza o astucia nos quita nuestras pertenencias, es una sensación de impotencia si es que usó la fuerza o de indignación cuando fue supuestamente más “listo” que nosotros. Y después del primer shock lo que viene después es aún peor, verificar todo lo que nos robaron, es allí donde vemos que parte de nuestra vida se fue con aquel. Para una mujer su cartera es un instrumento indispensable dentro de nuestra vestimenta diaria y allí cargamos con todo lo que necesitamos a lo largo del día, tal vez ni se imaginen todo lo que las mujeres somos capaces de guardar en nuestras cartera,s y cuando vemos que alguien se llevó a la fuerza todo lo nuestro, nos vemos desvalidas y hasta invadidas en nuestra privacidad. 
Aquel individuo se enterara de parte de nuestros hábitos, verá hasta el último envoltorio de chocolate que nos comimos por la mañana, ¡en fin! Buscará y rebuscará en nuestros mensajes de texto del celular que guardamos en esa cartera…al pensar en esto, también me di cuenta que así es el enemigo de nuestras almas con nosotros, nos roba lo mas íintimo que tenemos, es decir, nuestra comunión con Dios, puede que vayamos por la calle y en un momento dado él venga y nos robe algo. Podemos perder nuestra buena relación con Dios por desear lo que no es nuestro, por hacer divagar nuestra mente por senderos de seducción al paso, por mantener rencillas en el corazón, por dejar que las raíces de amarguras asfixien nuestra existencia…
Existen muchas formas de ser despojados de todo lo bueno que Dios nos ha dado, por eso pidamos a Dios que siempre vele por nosotros “líbranos de la tentación” reza la oración que nos enseño Jesús, pero finalmente somos nosotros los que determinamos que tan cerca queremos estar del fuego abrasador.

Apaga el Celular


El otro día me encontraba haciendo cola en un banco de la localidad, cuando de repente escuché el ringtone de un celular, al instante busqué al propietario del mismo, y me percaté que era la joven que estaba delante de mí en la cola. La vi contestar disimuladamente el teléfono, mirando a todos lados para que no la fuera a descubrir el vigilante del banco. Mientras que frente a mi vi un letrero que hacía alusión a la prohibición de contestar los teléfonos celulares en el banco, al tiempo en que escuchaba cómo la dueña del celular le decía a su interlocutor: “Te voy a hablar hasta que vengan a decirme que apague el celular”. 
Esta escena me hizo pensar que mucha gente camina por la vida con la misma consigna, esperando trasgredir las normas de Dios, hasta que venga alguien a decirle que lo que hace está mal. Como cristianos muchas veces caemos en lo mismo o permitimos que la gente siga andando lejos de Dios,  sin que nos atrevamos a decirles que “apaguen” la diaria y cotidiana conversación que tienen con el pecado. “Apagar el celular” hoy en día significa un llamado de atención que Dios nos ha encomendado a cada uno de nosotros  para este mundo que se pierde, que vive su vida de espaldas a Dios.
Amigo lector, Dios anhela la salvación de tu alma, anhela vivir contigo por toda la eternidad, pero para ello debes saber que hay un enorme letrero que dice: “Prohibido el pecado”, porque Dios ama al pecador, pero no el pecado. Permite hoy día que Dios te limpie con su Santa Presencia y te enseñe a vivir una vida diferente, para que nadie tenga que levantar el dedo acusador contra ti, sino que seas de ejemplo para tu familia, tu comunidad y tu país.

En las Alturas

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ir a un centro recreacional. Estando allí era lindo ver a los niños jugando alegremente, sin preocupaciones, corriendo de un lado a otro, casi todos los niños estaban acompañados de sus padres; sin embargo, me sorprendió mucho ver a una nena sentada en un columpio, que trataba de elevarse tal y como lo hacían las otras dos niñas, que estaban en los columpios junto a ella. Era poco lo que podía hacer para elevarse, al menos a la altura en que, supongo, ella quería; ya estaba a punto de acercarme cuando vi que una mujer, seguramente su madre, tomaba el columpio y con suavidad pero con firmeza, lo empujaba una y otra vez, de tal manera que la niña empezó a elevarse por los aires feliz de la vida. Esa escena me hizo pensar que todos somos como aquella niña, incapaces de poder alcanzar, por nuestros propios méritos la “altura” a la que Dios quiere que lleguemos. Sin la mano de Dios interviniendo en nuestras vidas, seguiremos como aquella niñita, viviendo casi al ras del suelo, sin poder entender lo que se siente vivir en las alturas con Cristo. Sin la mano de Dios, empujando nuestras vidas será poco lo que podamos hacer para explotar todo el potencial que hay dentro de nosotros.
Amigo lector, deja que Dios tome tu “columpio”, que tome tu vida, tus fuerzas, tus sentimiento y los haga brillar bien arriba, en lo alto, donde ni el desánimo, ni el pecado pueden hacerte perder el horizonte.

Cierra bien la puerta

Ayer me disponía a ir a mi trabajo, estaba retrasada así que decidí tomar un taxi. Al sentarme como copiloto  el chofer del taxi se percató que no había cerrado bien la puerta del vehículo, así que me pidió que por favor la cerrara bien. Fue entonces que me di cuenta que no estaba bien cerrada. En ese momento pensé ¿por qué es tan importante cerrar bien la puerta? Y al instante se me vino a la mente la idea de algún accidente,  o que la puerta se abra de un momento a otro y yo caiga a la pista estando el carro en movimiento, ¡en fin!  me di cuenta de lo peligroso que era no cerrar bien la puerta. Y pensé que así también pasa con la vida misma, pensé en lo importante que resulta cerrar bien la “puerta” de nuestro corazón para impedir que podamos ser dañados, lo vital que resulta asegurarnos que no la hemos dejado abierta, y que ante cualquier problema o bache en el camino que zarandee nuestra vida,  la “puerta” de nuestro corazón seguirá bien cerrada, impidiendo que salgan disparados nuestros anhelos, nuestras ilusiones, nuestra fe, nuestra paz o nuestra vida misma.
Amigo, sólo Dios puede poner el preciado sello en tu corazón, de tal manera que no se escape de tu vida las cosas buenas que Él ha depositado en ti. Recuerda que mucha gente que dejó la “puerta” abierta, dejó escapar sus ganas de vivir, la esperanza o el amor y terminaron cayendo al suelo, heridos y lastimados. Cierra bien la “puerta”  y vivirás seguro, pero  primero asegúrate de no haber dejado a Cristo fuera de tu corazón.

Vida de Mentira

Cuando vamos a los centros comerciales a compar algo de ropa o a simplemente mirar, es curioso ver cómo los dispensarios usan los maniquíes para exhibir sus mercaderías. Imitan las posturas del ser humano, pintan sus ojos, visten sus cuerpos, les colocan pelucas para aparentar que tienen vida, pero no la tienen, por muy reales que parezcan no tienen vida. Eso me hizo pensar en aquello que el mundo ofrece, un remedo en vez de vida, sólo una vida en maniquí que muestra una sonrisa y un glamour que en realidad no tiene, que muestra una postura frente una vida pre fabricada. Así es el mundo que ofrece lo que no puede dar: vida, que vende muy barato una burda imitación de la plena existencia. Cosa distinta sucede con Dios, quien todo lo que ofrece es original, es real. La vida que Él ofrece es una vida que se desborda, es abundante.
En el reino de Dios no hay maniquíes a quien se les mueva a antojo, lo qe hay son seres humanos con libertad y dotados de vida eterna.
Amigo, no necesitas vivir una vida de mentiras, si puedes vivir una vida verdadera con Dios, Él te enseñará a disfrutar de la vida que te ha dado, sin que tengas que maquillar falsas sonrisas que no sientas y sin tener que pintar un mundo de colores que se desgaste con el tiempo.

NATALICIO DE ESTE BLOG

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Este blog ha sido creado para compartir experiencias de vida que puedan mostrarnos, de manera más clara, las cosas buenas que llevamos dentro y que algunos hasta hoy desconocen.
Te invito a conocer juntos todo el potencial que Dios ha puesto en tus manos, te sorprenderá llegar a saber que eres una persona con propósito, que no naciste por casualidad, sino que Dios diseñó para ti una vida abundante, para que la disfrutes tomado(a) de su mano.