
Con el respectivo beso de despedida de su madre, Ivancito se encamino al colegio. Ya se imaginaba escribiendo sobre aquellos cuadernos de hojas de colores, ya se veía disfrutando de sus lápices nuevos, ya se veía guardándolo luego en su linda mochila, ya saboreaba anticipadamente su merienda dulce y apetitosa.
El olor a nuevo que despedía su mochila producía en niño una cálida emoción y lo hacia soñar despierto imaginando los elogios que recibiría de sus compañeros de clase.



Durante todo el tiempo que duró el recorrido hacia su colegio, el niño fue recogiendo de la calle y guardando en su mochila, botellas, clavitos, pedacitos de losetas, recortes de periódicos, insectos, canicas, latas de conservas de vistosos colores, y muchas cosas más.
Tiempo después el peso de su mochila comenzó a notarse a cada paso que daba, ahora le cansaba más avanzar con ligereza; sin embargo, se negó a si mismo y a su cansancio el despojarse de sus preciados tesoros.
Con mucho esfuerzo llegó al colegio, se sentó en el mismo pupitre que usó el año pasado, y al abrir su mochila grande fue su sorpresa cuando advirtió que sus cuadernos libros y lápices de colores estaban sucios y dañados, y aún su apetitosa merienda tenía tierra por todos lados. Las cosas que había recogido y guardado a lo largo del camino habían arruinado sus preciados útiles escolares. Ya no les podría mostrar con orgullo a sus amiguitos lo generosos que habían sido sus padres al comprarle todo lo que él quería. Y lo que era peor, todo en él también aparecía afeado, sucio y desaliñado.
Amigos, esto mismo puede suceder a lo argo de nuestra vida. Dios nos ha dado una “mochila” con todo lo que REALMENTE necesitamos, sin embargo en nuestro diario caminar por esta vida, puede que encontremos basura regada a cada paso, y lo que es peor, puede que hagamos “nuestra” toda aquella basura, y ello tarde o temprano nos dañará, nos ensuciará y nos avergonzará delante de los demás.
Recuerda que todo lo que necesitamos Dios ya nos lo ha dado y lo recibimos por fe. Todo lo demás, lo único que hará es hacer pesado nuestro diario caminar. Aligera tu mochila, echa fuera de ti todo aquello que no sirve: iras, pleitos, resentimientos, amarguras, desidias, indiferencia, orgullo, vanidades, etc, etc. y verás que así tu camino será muchos más fácil de transitar.
Con mucho esfuerzo llegó al colegio, se sentó en el mismo pupitre que usó el año pasado, y al abrir su mochila grande fue su sorpresa cuando advirtió que sus cuadernos libros y lápices de colores estaban sucios y dañados, y aún su apetitosa merienda tenía tierra por todos lados. Las cosas que había recogido y guardado a lo largo del camino habían arruinado sus preciados útiles escolares. Ya no les podría mostrar con orgullo a sus amiguitos lo generosos que habían sido sus padres al comprarle todo lo que él quería. Y lo que era peor, todo en él también aparecía afeado, sucio y desaliñado.
Amigos, esto mismo puede suceder a lo argo de nuestra vida. Dios nos ha dado una “mochila” con todo lo que REALMENTE necesitamos, sin embargo en nuestro diario caminar por esta vida, puede que encontremos basura regada a cada paso, y lo que es peor, puede que hagamos “nuestra” toda aquella basura, y ello tarde o temprano nos dañará, nos ensuciará y nos avergonzará delante de los demás.
Recuerda que todo lo que necesitamos Dios ya nos lo ha dado y lo recibimos por fe. Todo lo demás, lo único que hará es hacer pesado nuestro diario caminar. Aligera tu mochila, echa fuera de ti todo aquello que no sirve: iras, pleitos, resentimientos, amarguras, desidias, indiferencia, orgullo, vanidades, etc, etc. y verás que así tu camino será muchos más fácil de transitar.
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