Todo en esta vida implica algo de riesgo, vivir en este mundo implica correr ciertos riesgos. A muchos, los riesgos de esta vida, les pareció demasiado difíciles de asumir y terminaron dejándose llevar por sus decepciones y desesperanzas. A otros, en cambio les pareció mejor no casarse, para no correr el riesgo de ser engañados mañana más tarde; otros más resolvieron evitar el tener hijos, para evitarse una vida de constantes sobresaltos y temores por el futuro, la salud, el bienestar, la seguridad, etc. de sus futuros hijos; otros evitaron enamorarse, para no tener que “sufrir” aprendiendo a vivir con otra persona, para no tener que verse involucrados en conflictos emocionales que, según su decir, sólo les acarrearían pérdida de tiempo y mucho sufrimiento. Sin embargo, lo más lamentable es que otros han evitado el creer en Dios, a fin de evitarse el tener que aprender a depender de un Ser Superior, a fin de evitar tener que convertirse en el blanco de comentarios desatinados de una sociedad descargada de valores, que a lo malo llaman bueno y a lo bueno malo.
Pese a todo ello, éstas personas, tal vez puedan evitar algunas situaciones naturales y normales en su vida, y puede que hasta logren vivir de esa manera, privándose de tal o cual cosa; sin embargo de lo que nunca podrán privarse es de Dios. Aunque hoy se crean demasiado autosuficientes, tarde o temprano las circunstancias acomodadas por la mano de nuestro Dios, les mostrarán la verdad frente a frente. Cuando sus fuerzas y el orgullo demasiado humanizado, no sean suficientes para mantener su cabeza en alto; cuando el peso del amor de Dios, sea tan grande que los postre frente a Él, sólo entonces conocerán y creerán; sólo entonces se verán tal y como hoy no pueden verse: desnudos, pequeños e indefensos delante del Creador.
Amigo lector, no sigas huyendo de Dios, no sigas evitando su grata presencia, ven a Él, que te espera con el abrigo que dará calor a tu corazón, con sus brazos que te levantarán en alto y ya no te sentirás pequeño, y con su grata compañía que te hará sentir seguro y protegido.
Amigo lector, no sigas huyendo de Dios, no sigas evitando su grata presencia, ven a Él, que te espera con el abrigo que dará calor a tu corazón, con sus brazos que te levantarán en alto y ya no te sentirás pequeño, y con su grata compañía que te hará sentir seguro y protegido.
No sigas huyendo, pues tu encuentro con Él, es inevitable.
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